lunes, 28 de enero de 2008

Las habilidades perdidas



Una vez escribí algo sobre un beso ¿lo escribí? No recuerdo ¿era una canción? ¿otra mierda más? No importa, nada me hace sentir mejor (y cuando digo mejor digo peor) que una canción de Steve Winwood a las 6 de la tarde un sábado nublado.






Me canse de pensar qué decir acerca de Steve Winwood y mi idea de que tal vez sea la representación exacta de lo único que importa en la vida. Simple, no conozco a Steve Winwood, nunca lo escuché hablar, nunca lo vi haciendo otra cosa que no sea cantar, no sé qué piensa de algo. Nada, sólo vi sus actuaciones en algún programa (cuando aún estaba en Traffic) sus videos de los 80’ (muy ochentas por cierto) su evidente fascinación por el sintetizador; y un video muy viejo, donde casi no lo reconozco, que pasó una vez Capusotto, en un festival cuando tocaba (y cantaba) en Spencer Davis Group, creo, o más viejo cuando estaba en Blind Faith. Algo similar me sucede con Bernie Taupin, no puedo dejar de sentir empatía, y no puedo no dejarme llevar por su ignominiosa transparencia, su relativización a ultranza de mi sentir más profundo; me transporta a una escena tan arraigada (llegando tal vez a despertar un latente estado burgués de tranquilidad hedonista) de tristeza pluvial. La música no será criticable (como tal, me abstengo de hacer juicios de valor, cosa que debería hacer) él no será más que mero producto norteamericano consumista (de muy buena voz) de una generación "vendida", sus letras evasivas de algún tema que se pretenda vital a simple vista. Entonces ¿qué? Dejémonos estar en ese estado de limbo que no dice nada, porque la vida no es gran cosa, a los ojos de nuestra vida; es fundamental entonces saber que si escucho a Steve Winwood voy a estar escuchando no a mi culposidad como ser que se pretende pensante sino a mi lenguaje más primal, mi necesidad de goce fuera de las pretensiones, porque ya nada vale y ya nada tiene sentido o es profundo (mucho menos lo que se pretende como tal) y no lo digo como un desganado relato de mi tiempo, sino como una forma de autodescubrimiento: ya todo me sabe a inconexo, a una falaz búsqueda de causas, y no es que estas canciones sean praxis, ni rutina, ni cotidianeidad, ni consecuencia de algún valor normativo del mundo actual. Son descripciones explícitas de lo fantasioso, de lo que no me representa (aunque todo el tiempo navegue en el arte buscando las sensaciones exactas, que llegan ilusoriamente y liberan endorfinas de placer, muchas veces a través de lágrimas) pero son, sin embargo, ideales.




1 comentario:

Barbarella dijo...

por mas de todo lo que definitivamente no tolero de vos, hay un punto, quizas ingenuo, en el que espero, no se que. lo que si sé es que no sos ni tan mediocre ni tan burdo, y que si no te dedicas a esto te reviento
salute!
Barbarella