Los amantes de las prostitutas
son felices, dispuestos, satisfechos;
en cuanto a mí, tengo los brazos rotos
por haber abrazado las nubes.
Recordarte me emociona. Si sólo pudiera vivir esa Buenos Aires que no me corresponde, esa Buenos Aires donde las góndolas recorren las calles con agua que tapa hasta los hombros, esa ciudad donde reside lo perdido que no se encuentra, lo vital que está amalgamado. Ese lugar donde lo humano no es más que los ladrillos y el asfalto; es lo único humano, ese murmullo de mármol frio, naturaleza enferma de muerte. Los edificios, la ciudad.
Buenos Aires siempre toma partido por el pasado.
Corazón...
En aquella noche larga
maduró la fruta amarga
de esta enorme soledad.
Corazón...
¿En las nubes de qué cielo
la tristeza de tu vuelo
sin consuelo vagará?
Fruta amarga, Homero Manzi
Era eso lo que quería decir, Woody Allen ya no me resultaba ingenioso, ni siquiera interesante, ya había repasado sus estériles referencias, todo vacio, todo.
Yo estaba por encima.
Pero cómo se lo explico, cómo hacer de cuenta que no está, si lo necesité, y entonces reclamo: ¿en dónde estás satisfacción espontanea, dónde estás irrefrenable voluntad de poder? dónde está esa persona que te quería Woody, que te entendía con toda la honestidad del mundo, con toda, absolutamente toda.
Era tan fácil escaparle a la grandilocuencia.