domingo, 20 de abril de 2008

Tiempo



Hojas caídas en la noche ¿quién puede decir donde soplan? Como un sueño en la mañana ¿quién puede decir dónde vamos?


Susurros, la felicidad que esta noche se presenta impetuosa en mi piel caduca en la grandeza de tus ojos. Susurros, veo sin niebla la rapidez de tus parpados que dejan salir lastimosamente la luz y el calor, prados verdes en días de primavera, veo la puerta de entrada a mil iglesias, todas distintas. Finas líneas de palabras que sin duda destrozan el silencio natural, palabras ciertamente innecesarias que sólo dan cabida a la ignorancia, palabras que tarde o temprano sólo pueden hacer daño, sólo pueden lastimar. Disfrutemos del silencio la devenida hipocresía, eso que llamamos amor, disfrutemos de tus ojos que por más coloridos destellos que presenten son puros, verdaderos, no mienten al mostrarme quienes somos en esta muda copresencia. Susurros, que pronto se convertirán en murmullos circunstanciales, porque puedo leer en tu cuerpo, en tu carne que no somos más que humo en la noche densa, que somos un cuerpo que se halla en su propio entendimiento, no es necesario explicaciones simplemente porque no las hay, nunca las hay. Si sólo hiciéramos lo indebido, si sólo nos hundiéramos en la incultura, volvámonos indiferentes a la idea de que hay un mundo sumamente imperfecto alrededor nuestro, ceguémonos de visión total y parcialicemos esta realidad sólo en los fragmentos más bellos, observemos a los que nos miran, innumerables ojos desde el cielo que brillan en busca de algo que por un instante sea realmente verdadero, algo eterno en su devoción. Miremos la construcción humana su tangible belleza y su inmanente sentido de melancolía, toquemos el mármol debajo de nosotros, concibamos la inmortalidad por debajo de nuestras narices, seamos más que eternos, convirtámonos en parte de este todo, seamos innegables el uno del otro, y seamos uno para lo otro. Hagamos de esta noche la primera de mil rezagados días de sol, y por más que todo termine, ese es el arbitrario papel que juega el destino, no olvidemos que intentamos sentir sin intermediarios, recordemos, mas no los hechos, sino las sensaciones semi divinas que llevan al éxtasis del espíritu y que sin duda fueron nuestras en esos efímeros instantes, neguemos todo indicio que nos haga pensar que fueron ilusorias.

Y acallemos estos susurros de muerte y de vida, que bien como lo plantea la premisa fundamental de estos absolutos, entreguémonos al misterio de esta noche, que recién termina.



1 comentario:

•car- dijo...

con calma te disfruto en el absoluto silencio de la noche. y en la oscuridad de tu alcoba grabo en mi piel cada caricia que alguna vez me diste. los sentidos se agudizan y no queda más que decir. son esos momentos los que permanecen en el recuerdo eternamente.